por Myriam Vidal Valero
Por fin llegó esa época del año en la que es posible encontrar en diferentes puntos estratégicos de la ciudad a las enfermeras del IMSS aplicando la vacuna de la Influenza Estacional A(H1N1). La campaña de vacunación contra la influenza comenzó en octubre y aún sigue vigente con un total de 60 puestos de vacunación en 53 estaciones del Sistema de Transporte Colectivo, 15 estaciones del Metrobús y en los 220 centros de salud, de acuerdo con el Secretario de Salud de la Ciudad de México, Armando Ahued.
Prevenir la Influenza Estacional A(H1N1) es de vital importancia porque puede derivar en serias complicaciones respiratorias e incluso la muerte, y sin embargo muchas personas hacen caso omiso del tratamiento preventivo y optan por no vacunarse, un fenómeno que ha ido creciendo con los años sobre todo en la población adulta, y no sólo con esa vacuna en particular.
La reticencia a la vacunación tiene diferentes raíces, una de ellas es la falta de

información, los adultos no le dan la misma importancia a vacunarse ellos que la que le dan a vacunar a los niños; otra razón tiene que ver con el miedo que surge en las personas a consecuencia de los diversos comunicados de prensa que informan de la aplicación de vacunas y medicamentos caducos a la población o que dan cuenta de muertes y trastornos graves de salud por los efectos secundarios de ciertas vacunas, como en el caso de la vacuna que supuestamente causó la muerte de 2 bebés y la hospitalización de 29 más en Chiapas en 2015.
Las vacunas son importantes porque son inmunizaciones preventivas, sin embargo como periodistas muchas veces resulta fácil olvidar que la información que damos y cómo la damos va a causar impresiones y opiniones en la población que se salen de nuestro control. Comenzar una nota con el título “La vacuna que mató a dos bebés en Chiapas estaba contaminada” o “Gobierno de Graco distribuyó vacuna antitetánica caduca” tiene un fuerte impacto en la opinión pública y, al final, sin importar si a lo largo de la nota esta información se desmiente o se corrobora, la primera impresión puede quedar grabada en la mente del público.
Los periodistas somos líderes de opinión, y en temas tan coyunturales como es el caso de la fuente de salud no sólo requerimos ser extremadamente cuidadosos con las citas, datos y cifras que manejamos, sino con el ángulo que decidimos darle al tema. A raíz de ello, el famoso Sabin Vaccine Institute lleva ya 6 años realizando en distintos países de Latinoamérica una sesión informativa anual para periodistas de ciencia con el objetivo de informarlos sobre los temas básicos de vacunación en la región, los avances que se han logrado, los retos que aún falta por conquistar y, sobre todo, para entrenarlos a manejar de forma responsable el tema en los medios y no sólo como una nota más.
Los conceptos clave
El curso de este año se realizó en Buenos Aires, Argentina, y contó con médicos e investigadores expertos, como Federico Augustovski, médico de la Universidad de Buenos Aires; la Directora de la Dirección de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles del Ministerio de Salud de la Nación, Susana del Valle Devoto; el pediatra e infectólogo de la Fundación Centro de Estudios Infectológicos (FUNCEI), Ricardo Rüttimann; y la Directora del Centro de Estudios para la Prevención y Control de Enfermedades Transmisibles (CEPyCET), Carla Vizzotti, entre otros, quienes aterrizaron algunos de los conceptos científicos clave que todo periodista que cubra el tema de vacunas debería conocer. A continuación un listado:
- Vacuna: Es un producto farmacéutico que permite desarrollar y estimular defensas para que la persona esté protegida para diferentes enfermedades.
- Inmunidad innata: La inmunidad innata, o inespecífica, es un sistema de defensas con el cual nacen las personas y que las protege contra todos los antígenos. La inmunidad innata consiste en barreras que impiden que los materiales dañinos ingresen en el cuerpo. Estas barreras forman la primera línea de defensa en la respuesta inmunitaria.
- Inmunidad adquirida: Es inducida por la exposición al antígeno y aumenta con la exposición reiterada al antígeno generando memoria inmunológica.
- Eficacia: Está determinada por los estudios que se han hecho durante el desarrollo clínico de una vacuna. Es la funcionalidad que la vacuna demuestra tener durante los procesos del ensayo clínico.
- Efectividad: Es el efecto que la vacuna tiene al momento de aplicarla a la población. Muchas veces la vacuna prueba funcionar incluso mejor al aplicarla de lo que se había pensado en los ensayos clínicos.
- Eficiencia: Es tratar no sólo de hacer a la vacuna efectiva sino costo-efectiva. Que realmente ahorre recursos a la población en la que se aplica para que convenga más su aplicación al tratamiento post enfermedad.
- Fases del desarrollo de una vacuna:
- Estudio de fase I: Introducción inicial de un nuevo medicamento de investigación en humanos para determinar su metabolismo, acciones farmacológicas, efectos secundarios con dosis crecientes y, si fuera posible, de obtener evidencia temprana sobre la eficacia.
- Estudio de fase II: Determinan la eficacia y la seguridad de los rangos de dosis. Relaciones dosis-respuesta. Coadministración con otras vacunas.
- Estudio de fase III: Estudios realizados en grandes y variados grupos de participantes con el objetivo de determinar tanto el balance beneficio-riesgo a corto y largo plazo de la o las formulaciones propuestas como el valor terapéutico relativo de manera general (eficacia). Interacciones clínicamente relevantes y los factores modificatorios principales del efecto, tales como la edad, etc. Consistencia de lotes.
- Estudios de fase IV: Estudios llevados a cabo luego de comercializado el medicamento y/o especialidad medicinal para establecer el valor terapéutico (efectividad), aparición de nuevas reacciones adversas y/o confirmación de la frecuencia de las conocidas y las estrategias de tratamiento.
- Eventos Supuestamente Atribuibles a la Vacunación o Inmunización (ESAVI): Manifestación(es) clínica(s) o evento médico1 que ocurre después de la vacunación y es supuestamente atribuido a la vacunación o inmunización. La temporalidad dependerá de cada una de las vacunas.
- Farmacovigilancia: El beneficio de ser vacunado debe ser mayor al riesgo de presentar alguna reacción. Por este motivo, se hace cada vez más necesario realizar una vigilancia permanente de las posibles reacciones que se presentan tras administrar las vacunas.
¿Y cómo hablar de todo esto con la gente?
Conocer los términos clínicos y médicos es importante, sin embargo al momento de abordar el tema en los diferentes medios de comunicación existen otros factores a considerar, entre ellos: tomar en cuenta la información que dan los diferentes expertos y cómo volverla asequible al público, conocer las políticas públicas de cada región sobre la vacunación, saber cómo incluir en la historia las evidencias científicas para que no salgan notas sensacionalistas sin fundamento o con poco fundamento científico, tomar en cuenta el contexto epidemiológico de cada país y región, saber cómo brincar el obstáculo de las controversias causadas por todos los grupos antivacunas que tergiversan los ESAVI o que toman casos aislados de muerte o síntomas graves como una generalidad para incentivar a las personas a no vacunarse, aprender a lidiar con toda la emocionalidad que un tema de este tipo puede causar en la población (miedos, ansiedad, inseguridad, duda, etc.) y tomar en cuenta que siempre habrá un editor de por medio que determinará el resultado final de la nota.

Con tantos puntos a tomar en cuenta – sin mencionar el tema de la inmediatez –, no es de sorprender que muchas veces salgan titulares alarmistas (porque son los que venden más) en los diarios o que no se le dé realmente un seguimiento o una investigación profunda al tema. Por ello, los periodistas de ciencia argentinos Matías Loewy y Valeria Román concluyeron las jornadas de información con un taller diseñado para reflexionar sobre lo que podemos hacer todos los periodistas para mejorar nuestra labor de cobertura en el tema de las vacunas (aunque algunas de las conclusiones a las que se llegaron también aplican para temas de salud en general).
1. ¡Aguas con los títulos y encabezados!
En un mundo donde la información corre más rápido que el agua y se sale de control, las personas no siempre se dan el tiempo de leer una nota completa o siquiera verificar que el vínculo que está en Facebook, Twitter y demás redes sociales realmente remita a la nota. Un título impactante es muchas veces con lo único con lo que se quedan y si el título se convierte en un espectáculo por sí mismo con la intención de vender, se puede crear una red de pánico y desinformación incontrolable a raíz de eso.
Que el título de la nota sea “Mueren dos bebés tras ser vacunados en IMSS de Chiapas: hospitalizan a más de 30” tiene un impacto automático en los lectores que terminan asociando vacuna con los conceptos “muerte”, “peligro”, “inseguridad” y derivados.
2. Una imagen dice más que mil palabras
Las imágenes con las que se ilustra la nota también causan un efecto emocional en los lectores. Si las imágenes resultan ser negativas o positivas también determinará la postura de las personas con respecto al evento que se narra, en este caso la vacunación.
3. Cuidar a qué se le da foco dentro de la nota
Durante el taller, Matías Loewy nos planteó la siguiente pregunta a todos los periodistas presentes: «¿Los periodistas somos o no un agente sanitario?» Un agente sanitario es aquél que educa y provee información básica sobre el cuidado de la salud a la población; es un nexo entre la población y los servicios de salud. ¿Hasta qué punto como periodistas somos responsables de la percepción que tiene la población sobre los temas de salud pública? Contestar esta pregunta no es tarea trivial porque hay quienes dicen que sí, mientras que otros opinan que la labor de un periodista es informar de forma objetiva sobre un hecho y fin de la historia. Sin embargo, al final es importante recordar que la objetivad es un concepto ambiguo y que realmente somos agentes de transformación de la opinión pública y, como tales, somos responsables de la importancia y el foco que le damos a cada una de las variables que componen nuestra historia.
Poniendo el ejemplo que se trabajó en el taller, si como periodistas estuviéramos en medio de una conferencia de prensa con las autoridades y expertos máximos de salud en la región, que además se realizó con el fin de desmentir rumores sobre los efectos adversos negativos de una vacuna en particular, y repentinamente irrumpe de manera violenta un grupo antivacunas para interrumpir la sesión y dar su versión del tema, ¿a qué le daríamos importancia en la nota?
Podríamos comenzar desde el encabezado diciendo “Grupo antivacunas reclama muertes infantiles en conferencia de prensa de la Secretaría de Salud” o más bien decir “Funcionarios de salud desmienten rumores sobre muertes por vacunación”. El primer caso le da foco al grupo antivacunas y automáticamente crea una percepción negativa, mientras que el segundo se va más hacia el lado de los expertos. Ya en el cuerpo de la nota se pueden relatar todos los particulares del evento, pero el foco cuenta.
4. Dar contexto y recurrir a los expertos y a las fuentes oficiales
El tema de las vacunas entra dentro de la fuente de salud, que a su vez es parte del periodismo de ciencia. Parecerá obvio, pero muchas veces la pregunta obligada es: ¿realmente hay ciencia dentro de la nota? Cuando una nota habla de que murieron niños por efectos adversos de una vacuna es importante recurrir a los expertos para saber si fue realmente la vacuna la que provocó la muerte o fue algún otro factor con el que la vacuna tuvo la mala suerte de coincidir, como una reacción anómala, mala nutrición o incluso un accidente (ha habido casos en los que la persona sufre un accidente posterior a ser vacunado y la vacuna se determina como la causa oficial de muerte).
Es importante recordar que hay más de un factor involucrado y son los expertos quienes tienen la capacidad de clarificar la información.
5. Definir términos
El lenguaje crea asociaciones en las personas y no es lo mismo cuando el público escucha “brote” a “epidemia”. Como periodistas responsables es nuestro deber conocer el significado de los términos que usemos, definirlos en el texto y ponerlos en contexto para no crear un efecto de pánico.
Al final del día es importante recordar que como periodistas que cubrimos la fuente de ciencia, y más aun los que se especializan en salud, somos ese eslabón clave entre la información verídica y la percepción que la sociedad se haga de ella. Tener en cuenta los consejos anteriores puede hacer toda la diferencia entre el pánico y la tranquilidad.
Myriam Vidal Valero estudió Ciencias de la Comunicación, es periodista de ciencia en la DGDC, UNAM y el FCCyT. Estudió un diplomado de Traducción de textos especializados inglés a español en el CELE-UNAM y trabajó como productora radiofónica en el programa de ABC Radio “Gracias a la vida”. Ha impartido clases de semiótica e historia y filosofía de la ciencia. Es apasionada de la fotografía, los viajes, la naturaleza, de todo nuevo conocimiento que se le ponga enfrente, así como la divulgación científica, misma que ejerce actualmente con el grupo Conexión Ciencia.