POR MYRIAM VIDAL VALERO

Como periodistas, estamos acostumbrados a enfrentar las realidades más crudas que el mundo ofrece para luego comunicarlas. Es un trabajo que demanda exactitud, relevancia y velocidad, pero en medio del caos cotidiano corremos el peligro de dejar de lado el hecho de que lo que decimos y cómo lo decimos tiene un impacto directo en las personas.

La pandemia actual de COVID-19 ha puesto, por primera vez en mucho tiempo, a la salud mental como uno de los focos centrales de la atención mediática. Se ha vuelto común encontrar noticias relacionadas con el aumento de ansiedad, estrés, miedo, violencia y depresión que están viviendo las personas por efecto del distanciamiento, la cuarentena, la soledad y la crisis económica. Es un reto porque estos temas requieren sensibilidad o responsabilidad social y, de hacerlo mal, se puede convertir en un asunto de vida o muerte específicamente cuando hablamos sobre suicidio.

En 1974, el sociólogo David P. Phillips publicó un estudio sobre los efectos que tenía la cobertura noticiosa de un suicidio en las personas y descubrió que cuando los periódicos publicaban una noticia de primera plana sobre un suicidio, la cantidad de muertes en el área local tendía a aumentar inmediatamente después. La Organización Mundial de la Salud (OMS) también advierte que la exposición inadecuada de los medios de comunicación sobre suicidio puede producir un efecto contrario, mientras que determinadas características adecuadas pueden tener un efecto protector. “Por tanto, los medios de comunicación pueden contribuir a la prevención del suicidio”, advierte la OMS.

Afortunadamente, los periodistas no estamos a la deriva con estos temas. Existen instituciones como la OMS, el Carter Center, Reporting on Suicide.org, el Dart Center for Journalism and Trauma, y la Fundación Gabo, entre otras, que brindan recursos y manuales para apoyarnos en hacer un trabajo socialmente responsable.

De acuerdo con el manual Recomendaciones para reportar el suicidio de Reporting on Suicide.org, el riesgo de suicidios adicionales aumenta cuando la historia describe explícitamente el método del suicidio, utiliza titulares o imágenes dramáticas o gráficas, y los reportes sensacionalizan o glamorizan una muerte.

Veamos el ejemplo de la nota Se suicida indígena zoque de Chiapas con Covid-19. De acuerdo con el manual, una forma más apropiada de comenzar habría sido con un titular que informara al público sin sensacionalizar el suicidio, por ejemplo: efectos del COVID-19 en la salud mental de las comunidades indígenas.

Conforme el lector se adentra en la nota encuentra párrafos como “se suicidó ahorcándose en la vereda del río que atraviesa su comunidad” o “alrededor de las 11 de la mañana del día siguiente, este lunes, Samuel ‘N’ se dirigió al río que atraviesa la comunidad y se colgó de un árbol”. La nota no solamente describe a detalle el método de suicidio cuando la recomendación es no hacerlo, sino que lo menciona varias veces.

Otro punto importante para tomar en cuenta aquí es que la OMS define el suicidio como el resultado de una o múltiples enfermedades mentales. El suicidio no es un crimen sino un problema de salud pública; la recomendación es decir “murió por suicidio” y no “se suicidó”.

La nota es que cita al secretario de Salud de Chiapas, José Manuel Cruz Castellanos, al exintegrante del Consejo de Vigilancia de la comunidad Francisco León, Joel Morales García, y a un informe de la secretaría de salud, sin embargo, la recomendación al reportar sobre suicidio es pedir consejo de los expertos de prevención de suicidio en vez de citar o entrevistar a la policía, a los paramédicos o bomberos acerca de las razones del suicidio.

Más aún, la nota pone la siguiente cita: “por sentimiento de culpa, desesperación y no tener apoyo” pero no está atribuida a nadie y está automáticamente culpando al diagnóstico de COVID-19 como la causa del suicidio, sin la opinión de ningún experto en salud mental que avale este hecho.

Al respecto, el Dart Center for Journalism and Trauma recomienda evitar informar que la muerte por suicidio fue precedida por un solo evento, como una pérdida reciente de trabajo, divorcio o malas calificaciones, en este caso COVID-19. “Informar de esta manera deja al público con una comprensión demasiado simplista y engañosa del suicidio”. En el contexto específico de la actual pandemia, culpar al diagnóstico por coronavirus como detonante del mismo puede esparcir pánico entre el resto de la población con un diagnóstico positivo, generando un contagio de muerte por suicidio.

Siguiendo por este camino de la correlación y el sencacinalismo, está el ejemplo de la noticia Miles morirán en EEUU por desempleo y suicidio ante COVID-19. El encabezado no solo cae en el mismo error de atribuir el suicidio a un solo evento, sino que además es sensacionalista.  La recomendación es  investigar cuidadosamente los datos más recientes de los centros para el control y la prevención de enfermedades ​y utilizar palabras como “elevarse” o “más alto” en vez de palabras sensacionalistas como “epidemia” “cada vez se dan más” u otros términos fuertes, en este caso: “miles morirán”.

Otras dos recomendaciones importantes al reportar sobre suicidio es no describirlo como algo “inexplicable” o “sin aviso”; la mayoría de las personas que se suicidan exhiben señales de aviso, y en caso de que que la persona haya dejado una nota, es mejor dar información general de la misma  tipo “se encontró una nota del difunto y la está examinando el forense” en vez de describir detalladamente los contenidos de la nota al estilo “tal persona dejó una nota de suicidio que decía…”

Finalmente, al momento de ilustrar la nota es preferible utilizar una foto de la escuela, el trabajo o la familia con un logotipo de una línea de emergencia o números de teléfono de crisis locales en lugar de incluir fotos y/o videos del lugar o el método de la muerte, la familia en duelo, los amigos, los memoriales o los funerales, como en el caso de la nota publicada recientemente ¡Trágico! Joven de 15 años se suicida tras no soportar cuarentena, que usa directamente la fotografía del joven y también hace en uso de palabras fuertes como “¡trágico!”, lo atribuye a un solo evento, y escribe “se suicida” en vez de “murió por suicidio”.

Aunque parezca que hablar de suicidio es un campo minado, siempre que nos encontramos ante esta tarea la tarea tenemos la oportunidad de brindar esperanza al hablar de historias de recuperación y dar información sobre cómo superar el pensamiento suicida y aumentar las habilidades de afrontamiento para que otras personas que están pasando por lo mismo puedan recurrir a ellas.

Ya no podemos hacer nada por la persona que ha muerto, y es triste, pero sí podemos aprovechar la noticia para evitar que muera alguien más al compartir publicaciones o enlaces a servicios de tratamiento, señales de advertencia y líneas directas de prevención del suicidio.

A continuación incluyo algunas líneas de apoyo existentes en México para que puedan incluirlas en sus notas:

Locatel. No solo apoya a personas con trastornos de ansiedad y depresión, sino que también interviene en eventos como desastres naturales y contingencias. Locatel se enfoca en satisfacer las necesidades de las personas y la única desventaja es que solo opera en la Ciudad de México y su zona metropolitana. Actualmente cuenta con 10 línea de apoyo especializadas. También se puede marcar al 56-58-11-11

Conadic (Comisión Nacional contra las Adicciones). Promueve y protege la salud de los mexicanos informándolos y dándoles recursos para mantenerse lejos de las adicciones, y también atieneden otros problemas como la depresión y ansiedad. El aislamiento social puede provocar cambios en nuestra salud mental, ¡No te aísles! Pide ayuda, en Conadic MX te escuchamos en la Línea De La Vida 800 911 2000. A veces las líneas se saturan pero pueden contactarlos por mensaje en Twitter, Facebook o enviar un correo electrónico a lalineadelavida@salud.gob.mx

Línea de Atención Psicológica Call Center de la Universidad Nacional Autónoma de México, especializada en salud mental. Se trata de un servicio gratuito abierto a todo el público, donde especialistas atienden de manera breve y directa a aquellos que estén pasando por una crisis o un momento difícil. El servicio es de lunes a viernes de 8 de la mañana a 6 de la tarde en el número 5025 0855.

Línea de Ayuda Origen brinda asesoría psicológica, legal y médica, de manera gratuita y confidencial. Los asesores trabajan de lunes a domingo, de 8 de la mañana a 10 de la noche. El teléfono es: 800 015 16 17. También se les puede contactar por lineadeayudaorigen@origenac.org


Myriam Vidal Valero es miembro de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia. Anteriormente trabajó en el boletín Aquí entre Nos, el portal Ciencia UNAM y el programa de radio La ciencia que Somos de la Dirección General de Comunicación de la Ciencia, y el Foro Consultivo Científico y Tecnológico.  Actualmente es una periodista de ciencia freelance y ha colaborado con las revistas ¿Cómo ves? Y Muy Interesante y los portales del New York Times en Español y Medscape en Español, entre otros.

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